lunes, 13 de mayo de 2013

Prologo


El Gral. Perón decía que el conocer una doctrina no representa un gran avance sobre el no conocerla. Lo esencial, explicaba, es inculcarla, lo fundamental es sentirla y lo más importante, amarla. Eso es la mística; sin ella las doctrinas no tienen ningún valor.
Máximo Santos Luppino, en su libro "Doctrina y Militancia", con un lenguaje sencillo, explica los principios doctrinarios del Justicialismo comparándolos con hechos de la vida cotidiana y muestra su aplicación en todos los actos del individuo. Así la comprensión de estos fundamentos resulta más simple, a la vez que reafirma el concepto de que ser peronista es una filosofía de vida: el peronista vive y actúa como peronista.
De esta manera, facilita la interpretación de la Doctrina Nacional Justicialista, paso fundamental para sentirla y amarla, para crear la mística, esa fuerza motriz que impulsa a la realización.
A través de sus páginas, la indiferencia no tiene cabida, por el contrario, el autor resalta la importancia del compromiso que cada individuo debe asumir con su comunidad, cultivando el sentido de responsabilidad y respeto en el cumplimiento de los deberes.
Todo esto, sumado al sentimiento de Argentinidad que Máximo Luppino grabó a fuego en ese querido establecimiento de Trujui "Martín Fierro", y que se ve reflejado en las páginas de su libro, conforma un documento valiosísimo que reafirma la relevancia de la labor militante para mantener siempre vigentes los legados de Perón y de Evita.
Tengo la certeza de que este libro, escrito por un militante ejemplar de gran jerarquía, expresado desde la militancia hacia todos los sectores, ocupará un lugar de excelencia en la bibliografía peronista al servicio de la causa Nacional, popular y cristiana creada por el Gral. Juan Domingo Perón.
Mis mejores augurios para "Doctrina y Militancia" de Máximo Santos Luppino.
La Plata, 05 de octubre de 2000.
Dr. Raúl Alfredo Othacehé

Capitulo 1 Doctrina

Capitulo 1
Doctrina: ........................................ 19.
Doctrina y Sociedad: ...................... 21.
La doctrina y lo filosófico: ............. 23.


 
Doctrina 
La doctrina es el cúmulo de preceptos que un pueblo lleva adelante porque consolidó distintos tipos de realidades. Para hablar de lo doctrinario es bueno hacer un parangón entre la vida particular y una organización, una familia, una tribu, un pueblo o una nación. Por ejemplo, la doctrina Justicialista es una doctrina humanística, cristiana, que se llama Justicialismo porque prioriza la justicia social, porque prioriza al hombre por sobre el capital. 
Acá se concatena la famosa frase que esgrimió tanto tiempo un amplio sector del pueblo: "Ni yanquis, ni marxistas: Peronistas". El capitalismo prioriza el capital sobre el hombre y de otra manera lo hace a través de corporaciones económicas. Tal vez los marxistas lo hicieron, priorizando también lo económico sobre la persona a través de una corporación muy fuerte que era el Estado. 
Ahora la doctrina se adecuó a una nueva realidad, que es el capitalismo norteamericano como un poder casi hegemónico en el mundo, con un país como Japón que, de alguna manera, le sirve de aliado. Pero aquí el precepto no es el del criterio japonés, porque la de ellos es una cultura milenaria y nosotros aún estamos en formación como cultura que nació hace 200 años. 
Pero siempre se evoluciona, aunque a los ojos de la relatividad pareciera que uno incorpora conceptos para involucionar, pero no es así. No obstante la comparación Japón-Latinoamérica es muy injusta. 
Mientras en Japón todos trabajan para una comunidad, aquí se trató de instalar el precepto de que hay que trabajar para obtener el beneficio propio, sin importar el de los demás. Es muy miserable pelear para uno solo, es egoísta. Es importante modificar el concepto individualista de los argentinos. Para eso tenemos una ventaja: mientras no existe ningún movimiento latinoamericano propio, el Justicialismo sí lo es. Abrevó en innumerables doctrinas, pero es propio. 
El mundo se convirtió en un gran planeta capitalista. No
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existe más el Muro de Berlín, ni la Unión Soviética. Se trató de orientar a la Argentina dentro de una globalización que nos tenía como partícipes casi involuntarios y a la que hubo que sumarse casi obligatoriamente para poder estar insertos en la realidad mundial. El individualismo es un precepto que está en lucha en toda la humanidad. La gran disyuntiva es si trabajo solamente para mí o también para los demás. Es un dilema espiritual que se refleja en los gobiernos, en los políticos y en todos los ámbitos sociales. 
La amplitud de la doctrina Justicialista le permitió a Juan Domingo Perón tomar muchos proyectos del Socialismo, y captar del Capitalismo lo fundamental: la propiedad privada. 
Claro, que entre el concepto doctrinario y el concepto pragmático se ubica la realidad. Nadie suficientemente inteligente puede decir que es doctrinario al punto tal de convertirse en fundamentalista. Tampoco puede decir que es pragmático y carecer de doctrina, para acomodar su vida y sus momentos a los intereses de turno. Por eso entre ambos conceptos está la realidad. 
Esa realidad es la que nos da el marco para negociar. Legítimamente exigimos vacaciones, sueldos dignos, más tiempo para compartir con nuestra familia, pero la realidad de la globalización es que hoy nos inundan con mercadería importada que se fabrica en países donde la gente las produce a cambio de un plato de comida. Esa globalización es la que nos llegó y a la que nos debemos adaptar. 
Por eso la doctrina de hoy no pudo asemejarse a la implementada por Perón, hubo que ceder, priorizar la convivencia de la Nación, permitir que avanzara hacia la consolidación democrática.
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Doctrina y sociedad 
Para hablar de doctrina y sociedad debemos tener en cuenta un campo muy amplio de conceptos, e incluso de preceptos, que nos abra una importante gama de ideas y creencias. Simplemente para iniciar, de alguna manera, tomemos como tema el aborto. 
Además de los preceptos eclesiales vamos a imaginar un ejemplo: nos encontramos en una sociedad que abunda en romper dogmas. Las generaciones que nos antecedieron tenían un dogma: ser honesto. Hoy es más importante el auto cero kilómetro, las vacaciones en Punta del Este, el colegio donde tienen que ir nuestros hijos, la ropa que tengo que usar, en definitiva se trata de aparentar. 
En ese macromundo donde todo es apariencia, si nosotros les decimos a los jóvenes que carezcan de preceptos para relacionarse sexualmente, les estamos diciendo que aborten. Da la impresión que cada vez se prioriza lo funcional, es decir, compartir una hamburguesa no es lo mismo que compartir la cama en una relación sexual. Pero los liberales nos quieren hacer creer que mantener una relación sexual es como comer una hamburguesa o tomarse una gaseosa con quien ocasionalmente puede compartir nuestra mesa en un lugar público. Es un error terrible que no lo ven así quienes solo priorizan de lo humano actitudes que más tienen que ver con una moda que con un compromiso real con la vida. Si el aborto es visto de la manera que pretenden que lo veamos, implicaría la negación a la responsabilidad de la maternidad y la paternidad. 
Esto no implica que tenga que haber censura en la vida de las personas. Debería existir el concepto de la autodisciplina. Cada uno tendría que cuidar que aquello que haga no perjudique a su comunidad. 
Tampoco puede admitirse la legalización de la droga en la doctrina, si bien se pretende legalizarla para anular la violencia o la clandestinidad del negocio. Pero con la droga liberada, pondría
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mos esto al alcance de mucha gente que puede no estar capacitada para comprender lo nefasta que es. Desde el punto de vista de la utopía, cada uno es responsable de sus actos, pero aquí juega un rol fundamental la educación como sinónimo de formación. 
Que un acto sea bueno o malo, no lo hace el acto en sí mismo, sino la intencionalidad que ese acto tuvo. Entonces el verdadero salvaguarda de que un acto sea bueno o malo es la intencionalidad. Pero nos encontramos en la difícil situación de poder medir la intencionalidad. Todos en distintas medidas somos culpables de la indefensión de un chico que, en edad escolar, está trabajando en la calle. Tal vez no sirva ayudarlo dándole las monedas que mendiga en una esquina o en el andén de una estación, pero cómo podemos juzgar a la familia de ese chico que, posiblemente, vive en una casilla de cartón en un barrio marginal. Sus padres están desocupados. Quizá no quieran que su hijo salga a mendigar, pero no pueden evitarlo. 
La doctrina busca afianzar el precepto de la solución definitiva, o que por lo menos no sea un paliativo sin contenido, sino que abogue para mejorar la situación social con un objetivo de superación, de incentivo a esa persona a mejorar su calidad de vida dándole los elementos necesarios para hacerlo. 
Adaptados a la globalización que, muchas veces, nos impide discernir lo inmediato de lo mediato, insertar la doctrina no es fácil. Pero ninguna empresa cuyo objetivo final fuera revolucionario tuvo momentos solamente fáciles. Es la verdadera lucha, cotidiana, indeclinable, la que nos va a permitir implementar la doctrina tras un objetivo de grandeza.
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La doctrina y lo filosófico 
Aún queda todo de la doctrina Justicialista. Sin temor a exagerar, Eva Duarte de Perón suplió algunas falencias de la Iglesia y mucha gente llegó a tener una relación devocional con Evita. Nosotros la sentimos viva, aunque somos muy miserables. Pero en el momento de luchar, el peronista sigue luchando por la "camiseta", antes que por las cosas materiales. 
Pero también existe una máquina de impedir que hace que esa gente no triunfe, "no llegue", porque no habla el código que le impone la sociedad en determinado momento de su historia, como puede ser el que hoy vivimos. Esa máquina de impedir es la terrible burocracia que hay en los gobiernos, y es allí donde debe instaurarse el Movimiento Nacional Peronista que nos nuclea y que tiene al Partido Justicialista como instrumento para implementar una revolución social. Entonces, como en un gran círculo con el que vamos avanzando, retomamos aquello de "Ni yankis, ni marxistas: Peronistas". 
Somos generosos y tenemos una amplia vocación de poder. Albergamos a gente de derecha y de izquierda que matiza nuestro pensamiento. Eso es enriquecedor y fundamentalmente necesario. 
Incluso, también nos nutrimos de un amplio sentido filosófico que sobrepasa lo meramente político, y eso lo vemos en la estrecha relación de la doctrina con la religión. 
Sin duda hay una inteligencia manifiesta en toda la creación. Dios cabe en la doctrina y aunque muchas veces nos planteamos en forma simplista: ¿Cómo si existe Dios hay un chico que se muere de hambre? o ¿Cómo el corrupto es premiado y el bueno es castigado?. Entiendo que hay que comprender esto desde el juego de la eternidad, Dios es infinito y tiene los atributos de la omnipresencia, omnisciencia y omnipotencia. Es decir, todo lo sabe, todo lo puede y está en todas partes al mismo tiempo, aunque nuestra mente finita no puede comprender eso. 
Los avances científicos que vienen son tan grandes que no
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tenemos la capacidad de comprenderlos. Cuando una persona hace introspección, meditación u oración, tiene la certeza de la existencia de Dios, aunque unos lo llamen conciencia, otros lo denominen arte y algunos lo entiendan como una fuerza interior. 
Existe, también, un emparentamiento entre la doctrina política con la espiritual a través de las vivencias. Cuando alguien ayuda a un hombre que lo necesita, lo hace porque lo considera un deber, no para que ese hombre después le retribuya algo. Pero cuidado, porque determinados centros de poder aceptan discrepar en una carretera, pero no aceptan transitar ciertas veredas y en ese precepto se involucra toda la actividad que una persona pueda realizar en su entorno por distinto que este sea. 
Ahora bien, si entendemos que la doctrina Justicialista es humanista y cristiana, tiene que estar al servicio de la gente. Perón mezcló con gran habilidad sus altos pensamientos filosóficos, su nivel de estadista y su ambición de poder y logró implementar una doctrina que, como quedó establecido al principio de este trabajo, priorizó lo humano, en un momento histórico en el que pudo hacerlo con un amplio sentido social. 
Pero la doctrina ideal tiene que estar en la mente y en el corazón de cada persona. Somos responsables de nuestras acciones y si consideramos que no merecemos algo y lo tenemos, hay que superarlo. De nada sirve quedarnos en el diagnóstico, ya que es una gran pérdida de tiempo pensar porqué la desventura fue una desventura en lugar de intentar salir del pozo. 
Los argentinos tenemos muchos pruritos, muchos miedos. Tenemos que despojarnos de esos miedos y ser más ambiciosos, mas atrevidos. Perón, sin duda, fue un trasgresor y hoy a nosotros nos falta ese nivel de trasgresión necesario para revitalizar una doctrina que se adecua a las necesidades del pueblo, como quedó demostrado en los últimos 50 años de nuestra historia. 
Claro que la tarea no es sencilla. Hay que formar nuevas generaciones, es imperioso fortalecer a los cuadros militantes, crear conciencia, forjar nuevos espíritus, darles vigor y la fuerza necesa
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ria a los jóvenes que continuarán el camino, que asumirán la lucha, que mantendrán en alto la bandera de la revolución que, como bien planteó Andrés Rivera, es "Un sueño eterno". 
Para continuar es necesario que desarrollemos un concepto instalado, aparentemente inofensivo, como es la dualidad «joven-viejo». Daría la sensación muy marcada de que existe una suerte de enfrentamiento o divorcio tácito entre lo joven y lo viejo; y una serie de asociaciones; tal vez incorrectas, estas asociaciones serían: viejo, es decir antiguo, inadecuado, malo. La otra opción sería: joven, como sinónimo de moderno, actualizado, correcto, bueno, aceptable. Es esta la sensación porque, y lo vemos en muchos detalles, por ejemplo lo que significa el combate a «las canas». Si combatiéramos el narcotráfico como combatimos las canas y las arrugas. O si combatiéramos la hambruna del mundo con la misma tenacidad absurda y estúpida que una persona quiere teñirse las canas o no lucir una arruga, creemos que prácticamente no habría hambre en el mundo, ni habría droga. 
El tema parece ser que hay un predominio exagerado de la estética, hay un predominio absurdo de la presentación, hay un culto al marco y no un respeto al cuadro. Es decir que es más importante, el marco que el cuadro, es más importante el culto a la presentación y al parecer ser joven, actualizado, moderno. Nosotros agregaríamos superfluo, estúpido y banal, pero esto parece ser que no se detecta socialmente con tanta facilidad y aquellos que viven naturalmente el paso del tiempo, que asumen con tranquilidad sus canas, sus arrugas, las huellas del tiempo en su fisonomía física, en su presentación estética, esas personas, parecieran, que tienden a ser un poco menos aceptadas. 
Los grandes medios de comunicación masiva han hecho que los jóvenes estén sobre informados y que de pronto su estructura intelectual este enfocada a otras cosas, a otra velocidad. No es justificativo alguno para que se divorcie total y completamente de sus raíces, de aquellos mayores que para mal o para bien abrieron una brecha y prepararon al mundo para que esté en el lugar que
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está. Muchas veces se ha escuchado el absurdo que algunos jóvenes le dicen a los mayores: «ustedes nos han hecho este mundo». No sabemos quién hizo este mundo. Tampoco resulta muy difícil echarle la culpa a nuestros abuelos o a nuestros padres por las injusticias que hay en el mundo. En todo caso veremos cuál es el mundo del futuro, para poder hacer una evaluación más correcta. Creo que hay malos justificativos, inclusive hay una tendencia en los jóvenes de no aceptar la culpa. No vamos a hacer un culto de la culpa tortuosa, ni de la culpa obsesiva. Pero si un individuo va manejando un auto y está el semáforo en rojo, y cruza la avenida, atropella a otro auto o a un peatón, por supuesto que tiene culpa, porque sabía que no tenía que hacerlo y lo hizo. Es decir que la no aceptación de la culpa por algunos cultores de la antidoctrina, por algunos cultores de la indisciplina, de hacer lo que se te ocurra porque "sos libre", creo que nos puede llevar a un estado social mucho más salvaje del que ya tenemos, mucho más zombi, indiferente e injusto del que ya tenemos. 
¿A qué apuntamos con todo esto?. Los jóvenes tienen que aceptar que la culpa existe de una manera natural, de una manera equilibrada y no tortuosa. En este contexto, en el contexto de que el hombre posee en sí mismo el libre albedrío, aparecen las opciones que tenemos constantemente para hacer las cosas bien, más o menos, o mal. 
Un periodista se para frente a su computadora, y puede pensar una hora, media hora, cuarenta, o cuarenta y cinco minutos una nota. La relee y puede quedar un tanto insatisfecho por lo que hizo, por el producto logrado. Tiene dos alternativas: mejora esta nota o la deja así. Ahí está la tentación y el ejercicio del libre albedrío. Si la deja así sabiendo que la podría mejorar entra a correr la culpa. La culpa corre por la responsabilidad no ejercida, por el deber no cumplido. Es algo muy sutil y está presente en todos los momentos de nuestra vida. 
Esto tiene mucho que ver con lo doctrinario. Creo que el divorcio joven-viejo le ha hecho mucho mal a nuestro país y a la
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humanidad, estoy convencido de que en todos los países no es exactamente igual, en algunos se ha profundizado más que en otros. En sociedades ancestrales no ocurre este divorcio. Los jóvenes, aun llevando atuendos modernos, siguen respetando el concepto y las costumbres de sus mayores. Si queremos una sociedad más armónica tenemos que evitar el divorcio entre jóvenes y viejos, que no hace otra cosa que romper la estructura familiar, romper la célula básica de la sociedad, como tanto se nos ha enseñado, y aplicado en mayor o menor medida, y desechada esta dicotomía poder abrevar, poder mamar nuestras costumbres, nuestras tradiciones en el seno de nuestra familia. Nuestros abuelos hicieron lo mejor que pudieron hacer con defectos y con virtudes, nuestros padres actuaron en el mismo sentido. 
Nosotros, también haremos lo mejor que podamos, siempre de la mano del concepto de la evolución y de la aceptación de que toda realidad es perfectible, y que tenemos la obligación de mejorar nuestro estilo de vida. Pero no solamente en lo material, sino también en el concepto de solidaridad, de justicia y de igualdad. Si no tenemos un concepto de igualdad va a ser muy difícil que exista un concepto de justicia. El concepto de justicia se rompe cuando aparece el concepto de desigualdad, el concepto de diferencia, el pensamiento de separatividad, el sentimiento egoísta de la separatividad, "tal raza o tal persona es mejor que otra", es un prejuicio que da comienzo a la injusticia que tiene como base, obviamente, la desigualdad. Donde la igualdad está presente es mucho mas probable que la justicia esté reinando y cuando la desigualdad gobierna seguro reina la injusticia. 
Retomando el tema de lo joven, moderno, diferente, dinámico, actualizado, esa serie de asociaciones que son por supuesto incorrectas, están enfrentadas como dijimos anteriormente, con lo viejo, antiguo, nostálgico, inadecuado, impresentable, malo. Sin lugar a duda tendríamos que hacer un análisis de lo que esto significa. En una conversación con un grupo de jóvenes, se puso como ejemplo el fútbol que por lo popular y masivo es fácil de entender
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por todos. Los jóvenes de la selección nacional subveinte ganaban partidos y campeonatos de trascendencia internacional. Obviamente jugaban los jóvenes pero el plantel técnico era el que diseñaba la táctica. En este caso Pekerman era un hombre de cincuenta y pico de años, peinando canas, los disciplinaba, les hacia el planteo táctico con todo su equipo técnico y ninguno de ellos era un mocoso. Este era el ejemplo de cómo lo viejo y lo joven lograban la optimización del esfuerzo. No puede ser de otra manera. En las escuelas militares, los que enseñan tácticas son aquellos veteranos de guerra que acumularon una serie de experiencia en situaciones difíciles, en lo tortuoso de un estado bélico y lo difícil de una situación de guerra. Acumularon experiencia y así la transmiten a nuestros jóvenes. Si nosotros seguimos en esta falsa disyuntiva joven o viejo será muy difícil que podamos establecer una sociedad más solidaria y más coherente. Continuando con el tema podemos apreciar cómo se sigue alimentando la diferencia entre joven y viejo. En muchas publicidades se ve una persona vestida acorde a las costumbres de años atrás y otras con una ropa moderna entre comillas. 
Esta persona a través de la música y de la publicidad es la que tiene "la precisa", la que tiene "la posta", la que tiene "la nueva", es la que sabe y la que se va sonriente. Claro, desde otro punto de vista a nosotros nos parece un burro al trote detrás de la "ola". En las nuevas generaciones se va acentuando esta sensación, al punto tal, que con mucho dolor hemos visto chicos, que hacían una presión muy grande a los padres para que le compren la zapatilla "de marca" que tiene en uno de sus costados la bandera Británica y que por cierto es costosa. Pero sin duda esta marca merced a una intensa publicidad ha sido asociada con aptitudes positivas. El que es moderno y viste a la moda en la publicidad televisiva, en la publicidad de las revistas, en los afiches, es el ganador, es al que las chicas le dan más bolilla, es el que simplemente atrae por el ropaje que tiene, el corte de cabello. Entonces forman robots, forman estereotipos que profesan un culto exagerado de la estética, divor
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ciado del carril de la ética. 
El carril de la ética es mucho más serio que el de la estética, porque influye desde la profundidad del pensamiento, desde el concepto de espíritu, y las pautas morales, las pautas de disciplinas, de convivencia que debemos tener con nuestros semejantes. Lo estético es justamente eso, estético, que incluso es relativo según la cultura de otros pueblos. Una persona de baja estatura, o de pronunciada calvicie, casi nunca es un héroe en las series o películas americanas, novelas argentinas o venezolanas, etc, mucho menos puede serlo un gordo, por supuesto, es una blasfemia. Es mejor ser un violador que vista malla a ser un obeso, un petiso o un calvo, que prácticamente es mala palabra. Ni que hablar si en el cutis llega a tener acné, esto es terrible. ¿Qué podemos pensar de esta gente que hace un culto de la estética?. 
Lo vemos con los artistas, con el lifting, con los estiramientos y toda esa estupidez. Son horas y horas que se está consumiendo este tipo de pensamientos. De pronto se dedican, apenas algunos minutos, casi como una distracción a descubrir la corrupción. Pero la corrupción no se advierte en un presidente que juegue al golf, al tenis, que conduzca un auto o viaje en un avión acondicionado. Corrupción es también el culto a lo estético. Oficializado por los medios que por un micrófono critican lo banal, mientras se miran en el monitor viendo sus cabellos carentes de canas, una verdadera extravagancia en hombres y mujeres mayores. 
Evidentemente no queremos que salga un producto cinematográfico o un producto televisivo que sea desagradable al gusto. No estamos hablando de generar algo que será desagradable, pero tampoco al extremo de que una persona que aparece "correctamente", para el concepto social correcto es decir "estéticamente presentable" sea por si mismo positivo o tenga una carta de presentación adecuada. El tema es, si esa persona sabe, si es honesta, si esa persona está capacitada. No tenemos que hacer muchos esfuerzos para apreciar este divorcio, porque esta separación entre lo viejo y lo nuevo, lo antiguo y lo moderno, nos ha acarreado un
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sin número de dificultades. 
También fijémonos cómo aparenta ser muy positivo, conocer a "personas nuevas". Se larga esta frase con una frialdad, con una incoherencia a veces sorprendente, en conversaciones en películas que luego se traducen en usos y costumbres sociales. Allí radica el peligro porque después encontramos estos diálogos en parejas viajando en colectivo, en la cola del banco cuando estamos por pagar un servicio, o simplemente lo escuchamos en reuniones sociales "Quiero conocer gente nueva". ¿Por qué querer conocer gente nueva?, ¿No es más adecuado profundizar las relaciones que tenemos, seguir descubriendo la profundidad de espíritu de nuestros amigos y de nuestros conocidos?. Si eventualmente conocemos gente nueva, bienvenido sea. Pero ese conocer "gente nueva" no concluye en solamente algunas preguntas, "¿de qué cuadro sos?", "¿qué pensás de esto, o de aquello?", para concluir: "ya te conocí, no me interesas más, quiero conocer a otro". Esto es estúpido. Debemos profundizar, hacer un verdadero culto a la amistad, ahondar los valores y el conocimiento que tenemos de nuestros amigos, y de nuestro entorno, del que también somos parte. Debemos profundizar nuestras relaciones, profundizar nuestro compromiso en cuanto a la solidaridad, porque partimos de la premisa de que nosotros, cada uno de nosotros tiene un conocimiento infinito dentro de sí. 
El ser humano es inagotable en su capacidad de evolucionar y de sorprender, nosotros mismos nos estamos redescubriendo. Constantemente estamos develando nuestro propio ser, por ende a nuestro amigo lo conocemos mucho, pero seguiremos conociéndolo un poco más todos los días. 
Todas las pruebas a las que nos somete la vida son peldaños de una escala que nos acerca a la perfección y a una relación más profunda con el otro. 
El culto a las caras nuevas, que no hace otra cosa que dar una falsa sensación de una nueva relación, tiene que ser tomada con pinzas, pues los valores han sido muy trastocados. Es por esto
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que no debe existir un divorcio entre antiguo, nuevo y todo lo demás. Inclusive se ha utilizado este enfrentamiento entre comillas, entre lo joven y lo viejo, peyorativamente como cuando por ejemplo en muchas oportunidades se han referido al tango diciendo: "el tango es una cosa de viejos", pareciera ser que está encasillado a determinadas generaciones. No obstante muchas veces no nos hemos equivocado cuando un joven hizo una mueca irónica al sorprendernos escuchando un tango porque no lo entendía. Nosotros con cierto conocimiento que dan los años le hemos dicho: "vení dentro de cinco o diez años y vas a ver lo que se siente, cuando escuches "Volver" o escuches "Caminito" o "Uno", se siente la vida que hoy no podes vislumbrar. Lo que pasa es que hay letras, canciones y música que es muy difícil evaluarlas porque el joven todavía no vivió. Pero bien, no nos detengamos demasiado en este tema. 
Tenemos que avanzar, tenemos que hacer esfuerzos para que haya un respeto adecuado por nuestros antecesores. Después de todo es absurdo decir que la juventud es un mérito, porque sería un mérito que se cura con el tiempo y si ser joven es tan bueno, el joven está marchando a ser menos bueno, porque el transcurso del tiempo lo va a llevar inexorablemente a ser viejo. Todas estas reflexiones los jóvenes deberían tenerlas, y nosotros que ya peinamos canas y orgullosamente las llevamos adelante, como síntoma de que algo hemos vivido y no querernos parecer unos "jóvenes", no queremos parecer lo que no somos, esta es la cuestión. 
Cuando una persona se disfraza de joven ¿qué me esta diciendo?, o ¿cuál es el objetivo por el cual se quiere mimetizar con los jóvenes?; fijémonos que esto es muy norteamericano. Generalmente hay un ataque a las canas, otro ataque a las arrugas y formamos así estereotipos sociales que son verdaderos cultores de lo superfluo. 
Lo antiguo y lo moderno tiene que entrelazarse como un todo, los jóvenes son proyecciones del esfuerzo y del trabajo de los viejos y estos jóvenes a su vez van a ser ancianos, personas de
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edad, que van a crear un nuevo estado social. Esto es causa y efecto. El efecto de una causa se va a convertir en una causa que a su vez va a generar un efecto, este efecto luego volverá a convertirse en causa. Esta es la ley de causalidad y de alguna manera se aplica al trasvasamiento generacional del que tanto se hablaba en los años setenta. 
Las doctrinas, y los pensamientos pueden adecuarse perfectamente a los tiempos y deben adaptarse a la realidad exterior, adaptarse y flexibilizarse. Hay una frase que los Orientales pronuncian con mucha seriedad, con un sentido muy profundo: "El bambú se dobla pero no se rompe". ¿Cuál es la idea?: nos flexibilizamos pero seguimos abrevando de la misma raíz, seguimos coherentes al mismo tallo. Las doctrinas contienen verdades sino, no serían doctrinas. Serían meras ideas u ocurrencias. 
Si las doctrinas son verdades se van a adaptar a todo tiempo y circunstancia, porque el espíritu esencial de la doctrina no se altera. Lo que se puede alterar es la metodología en cuanto a la aplicación, lo demás tiene que permanecer esencialmente coherente al espíritu que la motivó. El espíritu que motivó al peronismo es la justicia social, es la igualdad entre todos, es el sentido de soberanía de nuestra nación. Esto no es negociable, no cambia aunque los tiempos cambien. Se adaptará a nuevas circunstancias. Se adaptará al cambio en la bolsa de valores, se adaptará a la globalización, se adaptará a los nuevos ritmos musicales, pero hay ciertas cosas que no solamente no cambiarán, si no que seguirán firmes e indelebles en el tiempo aunque deban perfeccionarse. 
La palabra cambio no nos gusta. Preferimos la palabra evolución, porque estamos inmersos en un proceso, que nos va llevando de una circunstancia a otra de la mano de la evolución. El cambio da la idea de un estante de almacén: saco una botella de ginebra y pongo una botella de coñac o saco un papel higiénico y pongo una lata de arvejas. Esa es la idea de cambio, el cambio no es evolución. Si lo aplicamos a lo político o a lo social, apliquemos transformación, apliquemos la palabra revolución. Cambio es una pala
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bra banal que tiene que estar más bien referida cuando la usamos sin relevancia social o filosófica. Pero cuando hablamos de aspectos sociales, políticos o filosóficos tenemos que hablar de evolución, de develar, de revolución, palabras que tienen un contenido mucho mas profundo. 
La moda nos ha llevado a un nuevo orden entre comillas, por ejemplo el decir: "hagamos el amor" ¡No! ¿Cómo hagamos el amor?. El amor es una palabra sublime, es una palabra que tiene que ver con el sentimiento mas intimo de la persona. El ejercicio de la relación sexual es otra cosa, que puede estar inmersa por supuesto de un sentimiento de amor por nuestra pareja, de la mayor de las devociones, del mayor de los cariños o no. Pero entramos en una serie de frases y de palabras que están totalmente tergiversadas, decimos: "hagamos el amor", cuando en realidad estamos refiriéndonos al acto sexual, el amor, es otra cosa, es sublime. 
De la mano de las confusiones un ciego guía a otro ciego y se caen los dos al pozo. Esa es la sensación que tenemos de muchos mensajes publicitarios. No creo que sea casualidad, esta pelea entre nuevo y antiguo, entre joven y viejo, entre el hoy y el ayer. La pelea entre el hoy y el ayer es la negación de la historia, es el ataque a la ley de causa y efecto que está presente en todas las cosas. De alguna manera nuestros abuelos y nuestros padres están ejerciendo la ley de causalidad y nosotros con nuestros hijos también estamos ejerciendo esta ley. En la actualidad muchos jóvenes a veces utilizan palabras un tanto descalificadoras para los que peinan canas o para nuestros ancianos. 
Tiene que ser prioritario para el Estado la política de atención de nuestros ancianos y de su proceso de jubilación. Es aberrante que una persona pase de la actividad a no ser socialmente nada de un día para el otro. Nadie debería jubilarse en las condiciones actuales. El problema de la jubilación no es solamente el monto que se percibe sino que esa persona que se jubila deja su actividad para no comenzar ninguna otra sin que la sociedad se ocupe de su nuevo estatus social. Bienestar y seguridad social, debería ser la
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respuesta de la sociedad a quienes aportaron económicamente toda una vida de trabajo útil y que hoy merecen que se les retribuya según el espíritu de la ley de jubilación. 
La sociedad hoy necesita del conocimiento, de la sabiduría y del talento de nuestros ancianos. 
Juntos, el Estado y la sociedad deberían coordinar sus esfuerzos para generar situaciones y realidades en beneficio de nuestros jubilados y a la vez puedan ser aprovechados en el caudal de utilidad y capacidad, que bien sabemos, todos tienen. 
El tema de juventud, modernidad, joven o viejo, antiguo y malo es muy complejo. A veces es querer dar un portazo al pasado. 
El no querer saber es atentar contra nuestras raíces, es a veces divorciarnos de lo que nuestros padres y nuestros abuelos han degustado, han vivido, han sentido. En síntesis no querer saber es peligroso, inadecuado, e incorrecto. El culto a lo superfluo nos puede llevar al abismo de la ignorancia. No hay peor abismo que el no saber hacia dónde vamos, no saber de dónde venimos, no saber que es lo que debemos hacer. 
Hay un pequeño paraíso en la mente y en la conciencia de una persona cuando cree saber hacia dónde va, que es lo que debe hacer y cómo lo tiene que hacer, cuál es su objetivo, cuáles son sus misiones y que deseos acuna su mente para poder llevarlos a la práctica.

Capitulo 2 - Doctrina y Nacionalismo


Capitulo 2
Doctrina y Nacionalismo


El nacionalismo es un valor insoslayable en cualquier doctrina o filosofía. A veces cuando hablamos del tema nos encontramos con una serie de prejuicios como en tantos otros temas que hacen al fenómeno del mundo político. 
Nosotros entendemos el nacionalismo casi como una obligación natural que tiene cualquier ciudadano que ama a su país y que está inserto en los cánones o en los parámetros de su comunidad. Para traducirlo en términos concretos, ser nacionalista no implica pertenecer a un partido político o a otro, o simpatizar con un uniforme o tener una actitud belicista, para nada se asocia con todo esto. Ser nacionalista significa simplemente defender a la nación por encima de los conceptos ideológicos, por encima de las actitudes partidarias, o por encima de cualquier grupo étnico del que eventualmente podamos descender, sobre todo en América, especialmente en Argentina por su distinta composición étnica. 
Al margen del concepto religioso, o juntamente con el concepto religioso, ser nacionalista no es otra cosa que tener un concepto abarcativo de cuál es el interés de nuestra nación por sobre la mezquindad que como personas o como partidos políticos podamos ejercer. Daría la impresión de que los argentinos carecemos de un sentido profundo de nacionalismo. 
Hemos dicho muchas veces que un país para ser poderoso requiere de un sentido nacionalista. En esto podemos hurgar en la historia y ver el concepto que tienen lo japoneses sobre su nación y al margen de la posición que ellos hayan tenido antes o después de la segunda guerra mundial, sin duda ejercieron un profundo nacionalismo. Lo mismo sucede en la Rusia de los zares, desde el comunismo, hasta lo que hoy significa. Luego que la Unión Soviética dejó de existir, Rusia sigue ejerciendo un sentido concreto de nacionalismo. No hablemos de EE.UU., porque nos imponen sus símbolos en todos los momentos que pueden hacerlo a través de sus producto culturales. Lo mismo pasa con otros países europeos.
 

El sentido de nacionalismo no es otro que defender los intereses de nuestra nación, en todos los ámbitos, en el ámbito político, en el ámbito económico y esencialmente en el ámbito cultural, porque realizando el nacionalismo en este ámbito lo realizaremos también en los otros aspectos antes mencionados. Muchos males de nuestro país se podrían haber evitado si hubiéramos tenido un concepto real de nacionalismo, que inclusive implica que nuestros adversarios son los mejores adversarios porque le pertenecen a nuestro país, significa respeto a nuestro oponente, respeto a nuestro contrincante. El nacionalismo no va a distinguir si ese adversario es radical, justicialista o frepasista. Creo que en esto el general Perón dio un paso adelante, cuando establece que "para un argentino no hay nada mejor que otro argentino". Modestamente creemos, que aquí Perón resume lo que con tantas palabras queremos decir. 
Ante una globalización que todo lo abarca, ante una inminente e instalada universalización, el nacionalismo como valor en los pueblos, no dejó de existir, al contrario cobró mayor importancia. Nos acoplamos al mundo desde nuestra identidad, desde nuestro propio parámetro. Esta identidad y este parámetro son nuestro propio ser argentino. Si el ser argentino no está claro, no está fundamentado, no sabemos de dónde venimos, hacia dónde vamos y qué queremos lograr y comenzamos, entonces, a transitar un camino demasiado escabroso. 
El tema del nacionalismo, debe estar plasmado en los planes de estudio, tiene que ser mamado en la familia, tiene que haber un orgullo porque si no hay orgullo no hay legitimidad para mirarnos a nosotros mismos. Porque si como sociedad pensáramos que llamándonos John o Richard es mejor que llamarnos Ricardo o Juan ya arrancamos mal. Arrancamos mal porque no está el orgullo de decir mi abuelo se llamaba Eustaquio, se llamaba Juan o cualquiera de los nombres naturales de nuestra identidad, por la que debemos sentir orgullo, sentir respeto porque no somos menos que nadie. Por el contrario, si nos tomáramos la molestia de analizar nuestra historia, es muy probable que nos sintamos más que otros. No en el sentido de la soberbia, o con un sentido facilista, sino en la memoria y en el recuerdo de las epopeyas y sus respectivos héroes que hicieron posible nuestra nación. 
En ese contexto mencionamos a San Martín, a Belgrano y por supuesto también a Juan Manuel de Rosas. 
Nuestra identidad política es San Martín, Rosas y Perón. Estos próceres soñaron con un país poderoso. Nosotros a veces no tuvimos la suficiente hombría o el suficiente honor de llevar adelante en su totalidad el sueño de estos próceres. Creemos que la tarea Argentina es abrevar en nuestras raíces. No podemos insistir en el planteo acerca del origen de nuestras raíces (indígenas, o europeas). Nosotros somos lo que somos. El que tiene raíz indígena, es Argentino, el que tiene raíz europea, es también Argentino, porque lo que importa no es la discusión acerca de nuestras raíces, sino sentir y vivir la naturaleza de lo que verdaderamente somos, y somos por sobre cualquier cosa, Argentinos. 
Parece que los Argentinos nos consideramos expertos en buscar una excusa para no trabajar y definir cuál es nuestro destino. No nos damos cuenta de que así vamos a crear un sinnúmero de padecimientos. No hay padecimiento mas grande que el esperar que el tiempo nos caiga como un yunque en la cabeza. No hay que esperar que la miseria nos alcance, que la vicisitud, el hambre, lo funesto o la fatalidad saque afuera nuestra creatividad, nuestra fuerza interior, en síntesis nuestra necesidad de Ser. Tenemos que salir a ganarle al tiempo, a buscar el destino. No debemos tener miedo de la grandeza, tenemos que tutearnos con la ambición, todo se puede arreglar o mejorar, menos el miedo a Ser. Lo único irreparable es no haber sido. No debemos tener miedo a Ser. Lo imperdonable es no hacer nada para ser. 
A veces daría la sensación, cuando hablamos con muchas personas que vivieron parte activa de la historia reciente Argentina, identificados con cualquier ideología o partido político, que hay entre ellos un denominador común, ese gran denominador común es el no tener miedo a hacer ni ser algo. 
Lo imperdonable es no hacer nada. A veces daría la sensación que nos quedamos charlando, nos quedamos dando vueltas en preguntarnos ¿qué fue primero, el huevo o la gallina?, ¿cuál es el sexo de los ángeles?, diluyéndonos en cuestiones intrascendentes y no ejerciendo la voluntad de Ser. 
En esto el Peronismo lleva mucha ventaja a los otros partidos políticos, porque el gran distintivo del Movimiento Nacional Justicialista es su vocación de poder. Cuando uno no analizó profundamente lo que significa la vocación de poder, hasta le da la timidez o falsa modestia o cierta vergüenza en decir "la ambición de poder". La ambición de poder no solamente no nos tiene que dar vergüenza, sino que tenemos que inspirarnos en esta frase, la del concepto total del término. Nosotros tenemos algo que contar a nuestros nietos, tenemos algo que contar a los demás. Nosotros no nos podremos lamentar de no haber hecho, ni de haber intentado ser. 
En esto recuerdo la frase de Almafuerte que dice en el poema de "Levántate Holgazán": "de tus sueños de holgazán no hables porque deben ser muy miserables". Quiero recordar esto y lo voy a repetir "de tus sueños de holgazán no hables porque deben ser muy miserables". En otra parte dice: "no temas ser verdad, ser mentira, la verdad es un molde que mejor rellena quien mas delira" es decir que la idea precede la acción. No debemos tener miedo en salir a ganarle al destino. En esto, los pruritos del "se puede" y el "no se puede" a veces atentan contra la capacidad de conquistar que todo argentino debe tener. 
Habrá quienes tiren para abajo, habrá quienes estén esperando que otros den los primeros pasos para avanzar. Nosotros trataríamos de formar una escuela de pensamiento que incluya un respeto muy profundo por la acción. Acá parece que hay un gran banco de jubilados mentales, de jubilados intelectuales en una imaginaria plaza, donde están señalando con el dedo a todos aquellos que se atrevieron a hacer. Pareciera ser que el deporte favorito de estos espectadores de la vida, es cazar argentinos. ¿El deporte nacional tiene que ser cazarnos entre nosotros?. 
La realidad debería contenernos a nosotros mismos como una gran familia. Avancemos hacia el mundo imponiendo nuestros autos, imponiendo nuestras bicicletas, imponiendo nuestra propia escudería, fabricando nuestros propios aviones como lo quiso hacer el general Perón, con el Guaraní y con otros emprendimientos. Después hubo una revolución libertadora que dijo: "esto lo hizo el peronismo, esta todo mal" y entregó las banderas a las potencias extranjeras, cuando nosotros mismos pudimos haber sido potencia. 
Al analizar el pasado del primero y segundo gobierno de Perón a uno se le cae un poco de historia encima, ¡cuan cerca estuvimos de ser alguien!, ¡cuan cerca estuvimos de ser un país mas combativo, un país en serio!. Lo mismo pasa cuando analizamos la historia de Rosas, cuando se le dijo al francés y al inglés, que no navegarían por nuestros ríos impunemente. Eso devino en muchas batallas, en mucha sangre derramada. Pero acá volvemos a un problema filosófico, ¿nos conviene como nación permanecer deseosos y sirvientes de otros pueblos?, ¿es vida desde el punto de vista del honor, desde el punto de vista de la realidad sentirnos inferiores?. Más vale vivir un año como león que cien años como cordero. 
Creemos que muchas enfermedades, mucha decadencia, mucha falta de inspiración deviene de no dar la lucha, de no dar batalla. Por esto es que el nacionalismo tiene que ser un sentimiento que esté grabado en letras de fuego, no un mero concepto leído en los libros. Este concepto es importante que se lo experimente a través de una cultura de la acción, porque lo intelectual es fundamental pero lo que graba de experiencia el alma es la acción. Si le decimos a una persona, "el frío es una sensación que uno tiene cuando carece de ropa", esta persona, nos responde: " claro, muy bien". Después de pasado un tiempo, cuando padezca el frío en una noche de invierno, esa persona jamás se va a olvidar que ese primero de junio de mil novecientos y tanto sintió, conoció y padeció el frío. Esta es la diferencia entre el conocimiento intelectual y la experiencia. Una persona que sufrió hambre no se olvida jamás que lo padeció, uno que fue marginado, que fue subestimado, expulsado de ciertos lugares, jamás lo olvidará. 
Nosotros tendríamos que estudiar mucha historia Argentina, la auténtica historia Argentina, no la que contaron desde la óptica liberal y desde una filosofía unitaria mirando a Francia primero, a Inglaterra después, y luego a EE.UU.. Tenemos que mirar más lo que fue la Pampa hacia adentro, lo que fueron las provincias, lo que realmente fueron nuestros caudillos. También como dice una canción "siempre en pie de guerra", ¿qué significaba?, significaba que había un ideal que imponer. Si eso significaba que alguien muriera en el campo de batalla, bienvenida la muerte, y no nos arrepentimos de esto que estamos diciendo, lo que no podemos ser, es miserables, lo que no podemos ser es perdedores, lo que no podemos ser, es ser cobardes. Todo lo demás es ganancia. 
El nacionalismo ejerce el fenómeno del que lo siente. Lo siente a San Martín como propio, lo siente a Rosas como propio, lo siente a Perón o a Facundo Quiroga o a otros héroes como propios, entonces el lazo que se establece entre el ciudadano argentino, y el ser Argentino se vuelve indisoluble. 
Los tenemos muy cerca de nuestros recuerdos, muy cerca de nuestro corazón. Cuando logremos que nuestros jóvenes se acerquen más a los verdaderos próceres que a los futbolistas que aparecen ganando 15 o 20 millones por un pase a Europa, o a ciertos modelos publicitarios, a ciertos ídolos de barro, puede ser que en nuestro país comience un cambio. 
Habrá sudor, habrá dolor, pero habrá también gloria. Pero si no estamos dispuestos a dar esta batalla nuestro país lamentablemente va rumbo a extinguirse. ¿Por qué no se extinguieron las grandes potencias?, ¿por qué Italia sigue siendo Italia después de haber sido Imperio Romano?. Seguramente porque en las cumbres y los valles de su historia, en el pro y en el contra de los hechos, nunca perdieron su identidad. Lo mismo sucedió con los españoles, con los ingleses, los japoneses, y con muchas otras naciones que jamás renunciaron a su identidad. 
Podemos coincidir en algunas cosas, no así en otras, pero nosotros tenemos todavía que dar esa gran batalla: la batalla del nacionalismo. Un radical tiene que ser nacionalista, un peronista tiene que ser nacionalista, un frepasista o comunista tiene que ser nacionalista. Pueden tener todas las ideas que los diferencien, que le parezcan mejores. Esto no lo negamos. No estamos hablando de un nacionalismo cerrado, de un nacionalismo estrecho, no estamos hablando de un nacionalismo que confronte por confrontar, pero ¿acaso las grandes empresas automotrices no imponen a rajatabla sus marcas, sus modelos?. 
Cuando hablamos de símbolos, el nacionalismo y su simbología están totalmente unidos. Miremos, el ovalo de Ford, el rombo de Renault, ¿por qué siempre son los mismos?. Si no le darían importancia a los símbolos los cambiarían por doquier, pero para Toyota, Ford, Chevrolet, Ferrari, los símbolos son su identidad y son todos conocidos, están colgados en los cuartos de los adolescentes, y son siempre los mismos porque justamente simbolizan el esfuerzo, la grandeza, la gloria que podía haber obtenido ese grupo que forjó esas empresas y las impuso en el mundo. Nosotros también tenemos que hacer eso, con nuestra Nación, con nuestra bandera y con nuestros símbolos, con nuestros nombres, con nuestros apodos. 
En las potencias hasta los delincuentes se hacen célebres, sino miremos a Jessie James, Bony & Clide. Nuestros héroes no gozan de esa celebridad. No le echemos la culpa a uno o dos comentarios malsanos que se hicieron sobre nuestros héroes. Pareciera ser una condición inherente a nosotros mismos estar en una opción equivocada en la que elegimos siempre el autodesprestigio. Tenemos una opción acertada que es la de dejar de mirarnos el ombligo y superar la autocrítica vana. Sino miremos el tema de Malvinas. Si fuéramos otro país estaríamos constantemente comentando las hazañas de nuestros héroes, que las hubo, y nuestras grandezas. En cambio, si bien hay un sector que sí lo hace, también hay sector que aún discute que si la guerra tuvo que haber sido, o si fue un oportunismo militar. Esta discusión me parece perfecta, pero la guerra de Malvinas ya es un hecho consumado. Busquemos lo bueno que hubo en este conflicto, destaquemos el respeto a los combatientes caídos en el suelo malvinense, por ende vayamos a abrevar el sentido heroico real y no el sentido de lo que no fue y pudo haber sido. ¿Cómo nos va a mirar el mundo?. Dirá: "son unos idiotas", porque seguimos peleando entre nosotros. 
Los ingleses hicieron tantas invasiones sangrientas, derramaron injustamente tanta sangre humana que comparando con "el posible error argentino", nos lleva casi, a nosotros, a la condición de párvulos teniendo como referencia su historia esclavizadora de otros pueblos. 
No tengamos miedo a ser, y a pesar de los años transcurridos debemos reclamar nuestros derechos soberanos. Lo de Malvinas no se puede descalificar, hay alguien que aún recuerda que un ser querido yace en ese suelo y eso lo va a estimular a la recuperación de esta tierra. Hubo gente que no lo interpretó así y fue oportunista, que Dios y la historia lo juzguen. Pero nosotros por respeto a los que cayeron tenemos que repudiar al que masacró al hombre de nuestras filas y no criticar las acciones que los nuestros pudieron haber tenido, buenas o malas. 
Tenemos una asignatura pendiente en este tema. 
Si somos nacionalistas tenemos que buscar todos los medios, todos, son todos. No son solamente los medios pacíficos. Todos los medios, porque cuando el mundo estuvo sometido a las colonias inglesas ¿cómo lo hicieron?, ¿cómo lo sometieron?; ¿cómo EE.UU. tomó el canal de Panamá?; ¿con una Biblia?; ¿por qué nadie condena esto?. Nosotros estamos hablando de condenarnos a nosotros mismos por errores políticos que tuvimos los argentinos. Busquemos todo, todo lo nuestro, lo bueno y lo malo. 
Pareciera que entre nosotros buscamos solo lo malo. Miremos al mundo y vamos a ver que volviendo al principio, el único defecto que no nos vamos perdonar es haber podido ser y no haber sido. Pero esencialmente tendremos que volver a solidificar una posición que tiene que ver con lo nacional. Un argentino tiene que ver la bandera Argentina y tiene que llorar de emoción, un argentino tiene que ver el escudo y no tiene que permitir jamás que alguien blasfeme, se burle, se ría sobre la bandera o sobre el escudo. Cuando se canta el himno hay que cantarlo con la más profunda emoción porque hubo gente que murió para que ese himno sea respetado, para que esa bandera sea impuesta y para que ese escudo sea venerado. Si nosotros no hacemos eso es porque no tenemos el mínimo sentido de la solidaridad entre hermanos y si no queremos y si no nos respetamos entre nosotros, tampoco vamos a estar capacitados para estar insertos en la globalización, porque si no respetamos a los que hablan nuestro idioma, a los que tienen nuestra misma religión, a los que tienen nuestras mismas raíces, mucho menos vamos a respetar a otros. En todo caso podríamos envidiarlos, lo que sería terrible, no mereceríamos nuestro propio respeto. 
No es en vano que hablemos de nacionalismo teniendo en cuenta que queremos hacer referencia a la doctrina justicialista, y que la doctrina justicialista esencialmente tiene una idea insoslayable, una idea fundacional que es el amor a la Patria, conjuntamente con lo que significa la justicia social, conjuntamente con lo que significa el socorro al más necesitado, la solidaridad, el compañerismo. 
Pero volviendo al tema del nacionalismo sin lugar a duda el justicialismo profesa e inculca el más profundo amor a la Patria, la más sentida devoción a los símbolos patrios, al sentir nacional y por supuesto como no puede ser de otra manera al pueblo argentino y a los más necesitados. La solidaridad de los marginados, de los que más necesitan, en su momento estuvo representado por las fuertes estructuras sindicales que representaban a los trabajadores, con un verdadero sentido nacional, tal como fue la formación política de nuestro líder el general Juan Domingo Perón. No es casualidad entonces, que hablemos de este nacionalismo, pero el sentido nacionalista a veces está equivocadamente asociado a grupos de personas fanáticas o grupos que están asociados con ejercicios violentos o con personas que tienen actitudes militaristas. El sentido nacionalista es un sentido muy abarcativo, es un sentido que tiene que ver con todos los representantes de la ciudadanía, con estudiantes universitarios, con trabajadores, con soldados, con obreros, con técnicos, con profesionales. 
El sentido nacionalista no está unido a un grupo que represente determinadas ideas o que se enfrenta con tal o cual interés a otro. Es totalmente abarcativo de todos los ciudadanos argentinos y en este sentido creo que la doctrina justicialista y el ejercicio del poder en su acción, en su práctica, ha marcado siempre un interés fundamental sobre el sentido de la soberanía, sobre el sentido de independencia cultural, sobre lo que significa la defensa de los intereses argentinos y los intereses del pueblo por sobre otra idea. Las grandes causas nacionales, las grandes causas argentinas, estuvieron inspiradas en el sentir del nacionalismo. Esto lo reproduce la doctrina Justicialista en su línea histórica de San Martín, Rosas y Perón, personajes de nuestra historia que defendieron y ejercieron en concreto la soberanía nacional. 
En el caso de San Martín como el padre fundacional de la patria, en el caso de Juan Manuel de Rosas como el que evita la disgregación nacional y consolida el organigrama de nación que establece el más profundo sentido de soberanía ante las potencias extranjeras, ejerciendo hacia el interior un verdadero federalismo. En el caso del general Perón es la diferenciación profunda de "ni yanquis, ni marxistas", la diferenciación profunda del capitalismo y el marxismo, y de la URSS y EE.UU., y la creación de la tercera posición como el equilibrio entre el Estado totalitario y el capitalismo salvaje donde vale más quien más tiene, y el ejercicio fundacional, continuando con Perón, de este movimiento, que es el Movimiento Nacional Justicialista. Los tres conforman nuestra línea nacional, nuestra línea de inspiración para todo lo que va a ser, para todo lo que deben ser nuestros ejercicios futuros. 
El nacionalismo bien entendido, el nacionalismo que estamos profesando, nada tiene que ver con ejercicios violentos, nada tiene que ver con estreches intelectual, nada tiene que ver con intolerancia, nada tiene que ver con descalificar a un grupo sobre otro de nuestra nación o de la humanidad toda, no tiene que ver con lo sectario, con lo racial, o religioso. Es simplemente el profundo respeto a nuestros propios valores, el mirar al espejo de nuestra propia identidad, el defender por sobre otro tipo de intereses el interés de nuestro pueblo y de nuestra nación. Es este el nacionalismo del que estamos hablando, el nacionalismo de San Martín; Rosas y Perón.




Capitulo 3 - Raza y doctrina


Capitulo 3
Raza y doctrina: ............................ 53.
Estado y Solidaridad: ..................... 60. 


Raza y Doctrina 
La película Jerónimo es una muestra ideal de lo que son raza y doctrina y que a la vez pueda volcarse en un concepto. A Jerónimo lo habían llevado a una reservación, y como es sabido, él había tenido una lucha muy dura muy cruel con el ejército usurpador de los intereses indígenas. Pero Jerónimo estaba muy conectado, al menos en la tira cinematográfica así aparece, con lo que significaba la cultura, los principios y la idiosincrasia apache. 
Queremos resaltar ahora la imagen que aunque dura, da una semblanza de lo que nosotros quisiéramos decir sobre doctrina. 
Estaban los indios haciendo una fila, vigilados por el ejército para recibir su ración de comida, digamos una comida de cuarta, a lo indio según la concepción del blanco; la fila, los utensilios y aparte, al costado de esa escena, como fondo aparecen, en el cuadro cinematográfico, unos soldados jugando al béisbol. De pronto se escapa una pelota de béisbol y viene rodando hasta la fila donde estaban los indígenas esperando su ración de comida. Uno de los chicos apaches corre, toma la pelota y se la alcanza a los soldados. Cuando vuelve a la fila se encuentra con la mirada terrible, lapidaria, de Jerónimo, que uno podía sentir del otro lado del televisor. Jerónimo le dice: "no hagas nunca más eso, eso es un juego de blancos, es una pelota de blancos, vos sos apache". El pibe lo registró más subconsciente que conscientemente, sintió la reprimenda. 
Este chico era uno de los mas aplicados en la huerta que le enseñaban los blancos; llega un día orgulloso, Jerónimo seguía siendo líder, y le dice: "Jerónimo, esta huerta...", no recuerdo cómo continúa el diálogo, sinceramente, recuerdo las escenas, cuando Jerónimo mira al joven y le dice: "el apache es un guerrero, no un campesino". 
Los blancos los incentivaban al cultivo, lo que a priori estaba bien. Así sigue transcurriendo la película. En un momento hay una gran discusión de Jerónimo con algunos indios que habían empezado a sucumbir a la cultura blanca. Ya estaba instalada entre los indios la división entre los que eran coherentes con su raza y los que sucumbían a la cultura blanca. De pronto, en un momento se produce una gran discusión y Jerónimo dice cosas muy duras sobre aquellos que se venden a otra cultura, sobre aquellos que traicionan sus raíces. En un episodio muy dramático aparece nuevamente el joven indio y se quita la vida. 
Se suicidó, los demás lloraban y Jerónimo dice: "murió como un apache, hoy empezó a vivir, antes de estar muerto". 
Nosotros no tenemos miedo ni vergüenza aunque no lo podamos explicar claramente, en decir y sentir la terrible verdad que con dureza explicaba Jerónimo que hablaba con la verdad de su raza. Eso es lo que sentimos que hoy pasa en el país. Es decir que hay un planteo de que somos una subraza, que nos obliga a actuar como tal. Evidentemente sabemos que no somos una subraza, es más, estamos convencidos de que no somos iguales a ciertas culturas, que somos superiores y que esto tiene su fundamento. 
El sajón se ha abierto camino en la colonización de otros territorios, en los negocios y en las empresas, porque tiene una sola idea, un solo objetivo, tiene el ejercicio consciente y subconsciente de la concentración: "yo quiero esto". El latino quiere muchas cosas y no está mal, quiere negocios, empresas, pero también quiere filosofar, quiere café, quiere enamorarse, quiere escribir poemas, etc. Para el mundo material es deplorable, pero para el mundo espiritual es un logro, es una realización y es ahí donde nos sentimos orgullosamente latinos. En este contexto, en el de la fuerte cultura de vida latina no estamos de acuerdo con Borges en cuanto que la lengua sajona es mejor que la hispana. Los giros de la lengua hispana, la conjugación de sus verbos, su riqueza y amplitud no lo tienen ni por asomo el torpe idioma sajón que es comercial y práctico. 
Alguien dijo y tiene razón, que un pueblo evolucionado tiene una lengua evolucionada. Citó la lengua más sabia y más antigua de la humanidad que es el Sánscrito. El castellano es un idioma muy rico y profundo. No lo perdamos por un enchufe de la computadora, no lo perdamos por el capricho de la moda. No nos dejemos convencer por los chistes de gallegos que bastardéa una raza muy noble como la hispana y toda nuestra ascendencia latina. Esa es la idea. No sabemos si Jerónimo estuvo tan mal, o si fue cruel, o si tal vez era más sutil y comprendía que un tipo sin doctrina está muerto en vida. No queremos ser soberbios y establecer un sentimiento de separatividad, pero tampoco queremos aparentar una falsa modestia. 
Muchos de nosotros siendo niños nos levantábamos temprano, con algo para hacer, con un objetivo. Creemos que fue por la educación que nos inculcaron nuestros padres. Ahora sabemos lo que es sentir por algún momento no tener nada que hacer, nada que realizar aparentemente porque ese "nada que hacer" es una gran mentira. Tenemos muchísimo que hacer. Un hombre que se levanta todos los días sin un objetivo y no quiere perfeccionar la realidad que lo circunda está muerto, sólo traslada su triste osamenta de acá para allá. Estar vivo es pugnar para que ciertas ideas cambien y para que aquellos sentimientos de justicia se establezcan. Eso da vida. ¿Porqué decimos esto?. Cuando uno esta deprimido, sin objetivos, cualquier germen que pasa lo enferma. Se enferma en realidad por falta de actitud para vivir. La actitud vital se sustenta en una doctrina, la doctrina de superación, la doctrina de que todos somos parte de algo infinitamente más complejo, trascendente a nosotros mismos pero que a la vez estimula nuestro impulso de vida, tal como lo refleja Jerónimo en sus duras enseñanzas. 
Resumiendo, doctrina es aquello que no podemos soslayar, es lo imprescindible para vivir. Obviamente, lo de Jerónimo es una escena cinematográfica y quiere buscar un efecto. Nadie puede avalar el mal trato a un chico, a un adolescente o a cualquier hombre porque carezca de una doctrina. Por el contrario, nuestra misión es decirle he inculcarle el vivir con más energía y más profundidad. 
Por ejemplo, una mujer se enamora a determinada edad o siente atracción por un hombre. Esa atracción es de uno de los niveles más elementales: el nivel físico. Después de saciados o descubiertos los encantos físicos, paralelamente viene un estado de compenetración emocional e intelectual, que cobrará altura y profundidad si esas personas pueden concebirlas en sí mismas. 
"Los jóvenes sin ideales no son jóvenes" dice una placa en la Vuelta de Obligado, allá en San Pedro. En ese recodo del Paraná parece sentirse todavía la carga de caballería ordenadas por Mansilla y los cañones enemigos. Rescatando la frase mencionada y este hito histórico, pensamos que en la vida hay siempre un momento de inflexión, como lo fue creo, para los Argentinos, la guerra de Malvinas. Son opciones íntimas, emocionantes, donde elegimos sumergirnos en la miseria o abrazar los más altos ideales de la vida. Quien más abrace las doctrinas sentirá un aire más libre, más limpio, menos enfermo, más inteligente. Sabemos que estamos de paso. Escribamos nuestra página de gloria. Quien abrace el ideal de cualquier doctrina será más ágil de mente, volará hasta lugares donde jamás podrá volar el miserable que se aferra a la tierra como un todo definitivo. 
Roca fue la antítesis de Rosas. Rosas trabajó con el aborigen, era consciente de que algo, por no decir todo, le pertenecía. Allí radica la diferencia con Julio Argentino Roca cuya actitud ante los aborígenes no compartimos. Pudo haber servido a los fines de la civilización, entre comillas, pero no lo aprobamos. Perón, como Rosas, fue un hombre político, un gran trasgresor. Su relación con Evita, y que estableciera pareja en concubinato siendo un coronel del ejercito en ascendente carrera, fue un acto de amor y de audacia, que la sociedad Argentina de entonces no estaba en condiciones de admitir. 
Perón y Evita al no negarse a ellos mismos, al entregarse sin condiciones al destino marcaron a fuego una época de la historia Argentina. Perón tuvo el talento de percibir el destino de grandeza que subyacía en Evita. 
Perón y Evita fueron dos grandes almas a las que ni la muerte pudo separar. 
Perón después de diecisiete años de exilio regresa lleno de sabiduría y dice: "Vuelvo descarnado". Amplía y profundiza una de las veinte verdades Peronistas, afirma descarnadamente que "para un Argentino no hay nada mejor que otro Argentino". Se abraza con Balbín. Cumple un compromiso histórico. Permanece durante horas bajo una fina llovizna en una cañonera con Strosrner sin que le importe el mote de dictador del entonces presidente del Paraguay y paga así una vieja deuda. Perón actúa sin la hipocresía de muchos gobernantes mediáticos hasta el hartazgo que se manejan solamente por las encuestas y le repiten a la gente lo que los encuestadores entienden que la gente quiere que les repitan. Nada de la obra de Perón, de su doctrina política se sustentó en el aval de los medios o en el resultado de las encuestas. Sus decisiones respondían a objetivos concretos que no buscaban el beneplácito mediático sino la conformidad del pueblo. Ese Perón, sutil, estadista, inigualable político que se sometía solamente al veredicto del pueblo Argentino, es el que debemos rescatar e imitar. 

Dice Almafuerte en Avanti "no te sientas vencido ni aún vencido...." Creemos que estos versos marcan un espíritu: la voluntad indomable ante las adversidades. Valentía si, obcecación asnal no. Cuando cuadran las circunstancias hay un momento para flexibilizar, y un momento para no flexibilizar. El cuándo y el cómo, lo determinan la circunstancias. Por ejemplo, uno puede perder una batalla pero no puede darse el lujo de perder la guerra. Esta es una anécdota con la que trataré de ejemplificar lo antes dicho: -Una vez alguien le planteó a un cura: "mire padre, yo no voy a llegar nunca a ser santo". Era un chico y pensaba que la santidad era una cosas mas cercana a los hombres. Recuerdo que el sacerdote le respondió: " no, pero no te atormentes, ¿sabes qué es ser santo?, Santo es aquel que nunca se da por vencido". 
Evidentemente se trata de evitar el pecado pero fundamentalmente se trata de no darse por vencido ante la lucha que plantea el pecado, la contradicción o cómo quieran llamarlo. La única derrota verdadera es la de cesar de luchar. Esta frase convive con nosotros, con la misma importancia que intentamos darle a las afirmaciones del poeta Almafuerte cuando dice "no te sientas esclavo ni aun esclavo...", "... y al echarte en la caja de los muertos menosprecia el llanto de los vivos", es toda una filosofía que tiene que ver con la doctrina de la que estamos hablando. Si vamos a una batalla diciendo... "yo no sé cómo me va a ir", vamos mal. Tiene que haber una dosis de optimismo, una dosis de marcialidad, una firme decisión y saber, por supuesto que la vida no es una nube pomposa como la describió Wallt Disney en "Bambi se enamora". No siempre aparece un príncipe azul, o una bella y hermosa doncella. La realidad por ser tal no pierde idealidad. Puede ser real, y a la vez contener el ideal necesario para convertirse en sublime. 
Continuamos con otro ejemplo. En la película "Jardines de piedra" de Coppola, dos militares brindaban en un bar repitiendo constantemente: "por nosotros, y los que son como nosotros", para acotar luego, "cada vez somos menos", y rompían las copas. Este sentido de El último de los mohicanos y "los que son como nosotros" y la acotación de que "cada vez somos menos", le cierra muy bien al peronismo, porque sabemos que la doctrina justicialista cobrará la forma que sea necesaria, o que los nuevos tiempos le exijan para seguir sustentando las mismas verdades. Nosotros no somos los intelectuales del peronismo, ni estamos diciendo ¡va a venir otra doctrina ahora!. Pensamos que el peronista, el que ha bregado profundamente la doctrina justicialista no va a variar sus pensamientos y acciones. Ese es nuestro orgullo, no cambiar. Nacimos y morimos peronistas y ahí está nuestra mística. El destino de los pueblos lo determinan "los que son". Los llamados independientes, los light que pondera esta sociedad pueden elegir tal o cual gobierno pero nunca serán dueños del destino como lo proponen San Martín, Rosas, Perón. 
Volvamos al tema de la doctrina. Muchos caen vencidos sin luchar. Hay un gran número de tipos que no se han planteado, y no los entrenaron para luchar. Les hicieron creer que fácilmente obtendrían todo. En un programa periodístico pudimos ver a un delincuente que hablaba desde la cárcel. La polémica televisiva se refería a la diferencia entre duros y garantistas. Falsa polémica, porque el periodismo a priori te pone la etiqueta de duro o garantista y te larga al ruedo estructurado. Nosotros preferimos que esta discusión fuese más libre, fuese la expresión de cada uno sin rótulos previos. El rótulo lo podemos poner después para un mejor análisis. Este famoso y mediático delincuente desde la cárcel y con total desparpajo exige reivindicaciones para su sector que durante siglos de laboriosidad y sacrificios la humanidad no pudo conseguir. A mí, -cuestiona- ¿por qué me van a juzgar?. Denme buena educación, exige, buena alimentación, biblioteca, deportes, etc. Sin desconocer su condición humana y sus derechos pareciera ser que el mundo se invirtiese y fueran los hombres honestos los de conductas cuestionables ¿por qué?, si careciendo de lo mismo que él reclama acepta el desafío de la vida sin delinquir, respetando las pautas que el trabajo y su honestidad le imponen. Pero desde el punto de vista del planteo individual, la sensatez hará que no le digas a tus hijos: "mirá el Estado se va a ocupar de vos, te va a dar un sueldo, y todo lo que necesites", creándoles así una falsa expectativa, y lo que es más grave, no los estás equipando para que se valgan por si mismos, para que generen sus propias condiciones de vida.


   

Estado y solidaridad 
El Estado aún en su mayor generosidad no puede asistir a todos y en todo. Debe contribuir en construir las condiciones para que cada uno satisfaga sus necesidades. No puede ocuparse de cada uno, de su entera individualidad y destino. Rescatamos al viejo inmigrante que ya Gallego, Judío o Italiano dijo "andá a hacer la América", "estudiá y trabajá", rescatamos estas actitudes porque encerraban una gran sabiduría y un gran desafío. No esperaron que el Estado les diera todo. Rechazamos la actitud de los que esperan justamente lo contrario. El Estado lo que tiene que darnos es protección, educación, seguridad pero no puede solucionar los problemas propios y específicos de cada uno. No puede darnos alegría o ganas de vivir. La píldora de la felicidad espiritual no se va a inventar nunca. Tampoco la de la realización. Esos valores dependen del trabajo, del estudio, y del sacrificio personal. 
No debe soslayarse en estas afirmaciones el tema de la solidaridad que involucra tanto al Estado como al ciudadano común. 
"Enseñar a pescar" es una frase usada por los gorilas que así tranquilizaban su conciencia y daban la espalda a los necesitados. La solidaridad es reconocimiento de la plena humanidad de quien necesita. Conocemos a un compañero, al que estimamos, se llama Daniel Paterson y hasta hace muy poco tiempo tenía como recuerdo una campera que había recibido de la fundación Evita. No es la obtención de la campera lo que rescatamos si no el hecho que un poderoso se acuerde de quien necesita y vaya hacia él con un gesto de Amor. Ese era el espíritu esencial de Evita que contrarrestaba con la verborragia inoperante de los burócratas de escritorio. Sumemos los hospitales que hoy son modelo, la asistencia a los ancianos, los niños, la creación de escuelas a lo ancho y a lo largo del país, centros vacacionales para obreros, e innumerables emprendimientos que son la muestra inequívoca de cómo entendía el Justicialismo, la solidaridad y la justicia social. No discurramos en tonterías ¿de dónde sacan tanto gorilísmo?. Si fue el Peronismo quien puso en marcha al país. Después vinieron los que no estaban de acuerdo con nuestras cosas. Lo destruyeron todo, sin contemplación ni arrepentimientos. Este movimiento cuyo basamento emocional era el antiperonismo criticó duramente la acción social Justicialista tildándola entre otras cosas de demagógica, preguntándose el porqué de tanta inversión en lo social si se había mejorado el salario, la ocupación laboral era plena y había mejorado sustancialmente el nivel económico de la población. 
Creemos que había un estado de necesidad muy grande, y muchos criticaban a Perón porque distribuyó las riquezas masivamente. Decían los gorilas que al asumir Perón su primer gobierno, el Banco Central tenía los pasillos abarrotados de lingotes de oro y cuando fue derrocado no quedó nada. Queremos contestar esto ¿podemos nosotros padres de familia permitir que nuestros hijos pasen hambre mientras tenemos una abultada cuenta bancaria?. Perón hizo lo que debía hacer. Cumplió con el imperativo que le indicaba ese recodo de la historia social Argentina. Cincuenta años después vemos que no se equivocó, por el contrario, debemos como sociedad volver a esos viejos principios de solidaridad.