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Doctrina
La doctrina es el cúmulo de preceptos que un pueblo lleva adelante porque consolidó distintos tipos de realidades. Para hablar de lo doctrinario es bueno hacer un parangón entre la vida particular y una organización, una familia, una tribu, un pueblo o una nación. Por ejemplo, la doctrina Justicialista es una doctrina humanística, cristiana, que se llama Justicialismo porque prioriza la justicia social, porque prioriza al hombre por sobre el capital.
Acá se concatena la famosa frase que esgrimió tanto tiempo un amplio sector del pueblo: "Ni yanquis, ni marxistas: Peronistas". El capitalismo prioriza el capital sobre el hombre y de otra manera lo hace a través de corporaciones económicas. Tal vez los marxistas lo hicieron, priorizando también lo económico sobre la persona a través de una corporación muy fuerte que era el Estado.
Ahora la doctrina se adecuó a una nueva realidad, que es el capitalismo norteamericano como un poder casi hegemónico en el mundo, con un país como Japón que, de alguna manera, le sirve de aliado. Pero aquí el precepto no es el del criterio japonés, porque la de ellos es una cultura milenaria y nosotros aún estamos en formación como cultura que nació hace 200 años.
Pero siempre se evoluciona, aunque a los ojos de la relatividad pareciera que uno incorpora conceptos para involucionar, pero no es así. No obstante la comparación Japón-Latinoamérica es muy injusta.
Mientras en Japón todos trabajan para una comunidad, aquí se trató de instalar el precepto de que hay que trabajar para obtener el beneficio propio, sin importar el de los demás. Es muy miserable pelear para uno solo, es egoísta. Es importante modificar el concepto individualista de los argentinos. Para eso tenemos una ventaja: mientras no existe ningún movimiento latinoamericano propio, el Justicialismo sí lo es. Abrevó en innumerables doctrinas, pero es propio.
El mundo se convirtió en un gran planeta capitalista. No
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existe más el Muro de Berlín, ni la Unión Soviética. Se trató de orientar a la Argentina dentro de una globalización que nos tenía como partícipes casi involuntarios y a la que hubo que sumarse casi obligatoriamente para poder estar insertos en la realidad mundial. El individualismo es un precepto que está en lucha en toda la humanidad. La gran disyuntiva es si trabajo solamente para mí o también para los demás. Es un dilema espiritual que se refleja en los gobiernos, en los políticos y en todos los ámbitos sociales.
La amplitud de la doctrina Justicialista le permitió a Juan Domingo Perón tomar muchos proyectos del Socialismo, y captar del Capitalismo lo fundamental: la propiedad privada.
Claro, que entre el concepto doctrinario y el concepto pragmático se ubica la realidad. Nadie suficientemente inteligente puede decir que es doctrinario al punto tal de convertirse en fundamentalista. Tampoco puede decir que es pragmático y carecer de doctrina, para acomodar su vida y sus momentos a los intereses de turno. Por eso entre ambos conceptos está la realidad.
Esa realidad es la que nos da el marco para negociar. Legítimamente exigimos vacaciones, sueldos dignos, más tiempo para compartir con nuestra familia, pero la realidad de la globalización es que hoy nos inundan con mercadería importada que se fabrica en países donde la gente las produce a cambio de un plato de comida. Esa globalización es la que nos llegó y a la que nos debemos adaptar.
Por eso la doctrina de hoy no pudo asemejarse a la implementada por Perón, hubo que ceder, priorizar la convivencia de la Nación, permitir que avanzara hacia la consolidación democrática.
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Doctrina y sociedad
Para hablar de doctrina y sociedad debemos tener en cuenta un campo muy amplio de conceptos, e incluso de preceptos, que nos abra una importante gama de ideas y creencias. Simplemente para iniciar, de alguna manera, tomemos como tema el aborto.
Además de los preceptos eclesiales vamos a imaginar un ejemplo: nos encontramos en una sociedad que abunda en romper dogmas. Las generaciones que nos antecedieron tenían un dogma: ser honesto. Hoy es más importante el auto cero kilómetro, las vacaciones en Punta del Este, el colegio donde tienen que ir nuestros hijos, la ropa que tengo que usar, en definitiva se trata de aparentar.
En ese macromundo donde todo es apariencia, si nosotros les decimos a los jóvenes que carezcan de preceptos para relacionarse sexualmente, les estamos diciendo que aborten. Da la impresión que cada vez se prioriza lo funcional, es decir, compartir una hamburguesa no es lo mismo que compartir la cama en una relación sexual. Pero los liberales nos quieren hacer creer que mantener una relación sexual es como comer una hamburguesa o tomarse una gaseosa con quien ocasionalmente puede compartir nuestra mesa en un lugar público. Es un error terrible que no lo ven así quienes solo priorizan de lo humano actitudes que más tienen que ver con una moda que con un compromiso real con la vida. Si el aborto es visto de la manera que pretenden que lo veamos, implicaría la negación a la responsabilidad de la maternidad y la paternidad.
Esto no implica que tenga que haber censura en la vida de las personas. Debería existir el concepto de la autodisciplina. Cada uno tendría que cuidar que aquello que haga no perjudique a su comunidad.
Tampoco puede admitirse la legalización de la droga en la doctrina, si bien se pretende legalizarla para anular la violencia o la clandestinidad del negocio. Pero con la droga liberada, pondría
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mos esto al alcance de mucha gente que puede no estar capacitada para comprender lo nefasta que es. Desde el punto de vista de la utopía, cada uno es responsable de sus actos, pero aquí juega un rol fundamental la educación como sinónimo de formación.
Que un acto sea bueno o malo, no lo hace el acto en sí mismo, sino la intencionalidad que ese acto tuvo. Entonces el verdadero salvaguarda de que un acto sea bueno o malo es la intencionalidad. Pero nos encontramos en la difícil situación de poder medir la intencionalidad. Todos en distintas medidas somos culpables de la indefensión de un chico que, en edad escolar, está trabajando en la calle. Tal vez no sirva ayudarlo dándole las monedas que mendiga en una esquina o en el andén de una estación, pero cómo podemos juzgar a la familia de ese chico que, posiblemente, vive en una casilla de cartón en un barrio marginal. Sus padres están desocupados. Quizá no quieran que su hijo salga a mendigar, pero no pueden evitarlo.
La doctrina busca afianzar el precepto de la solución definitiva, o que por lo menos no sea un paliativo sin contenido, sino que abogue para mejorar la situación social con un objetivo de superación, de incentivo a esa persona a mejorar su calidad de vida dándole los elementos necesarios para hacerlo.
Adaptados a la globalización que, muchas veces, nos impide discernir lo inmediato de lo mediato, insertar la doctrina no es fácil. Pero ninguna empresa cuyo objetivo final fuera revolucionario tuvo momentos solamente fáciles. Es la verdadera lucha, cotidiana, indeclinable, la que nos va a permitir implementar la doctrina tras un objetivo de grandeza.
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La doctrina y lo filosófico
Aún queda todo de la doctrina Justicialista. Sin temor a exagerar, Eva Duarte de Perón suplió algunas falencias de la Iglesia y mucha gente llegó a tener una relación devocional con Evita. Nosotros la sentimos viva, aunque somos muy miserables. Pero en el momento de luchar, el peronista sigue luchando por la "camiseta", antes que por las cosas materiales.
Pero también existe una máquina de impedir que hace que esa gente no triunfe, "no llegue", porque no habla el código que le impone la sociedad en determinado momento de su historia, como puede ser el que hoy vivimos. Esa máquina de impedir es la terrible burocracia que hay en los gobiernos, y es allí donde debe instaurarse el Movimiento Nacional Peronista que nos nuclea y que tiene al Partido Justicialista como instrumento para implementar una revolución social. Entonces, como en un gran círculo con el que vamos avanzando, retomamos aquello de "Ni yankis, ni marxistas: Peronistas".
Somos generosos y tenemos una amplia vocación de poder. Albergamos a gente de derecha y de izquierda que matiza nuestro pensamiento. Eso es enriquecedor y fundamentalmente necesario.
Incluso, también nos nutrimos de un amplio sentido filosófico que sobrepasa lo meramente político, y eso lo vemos en la estrecha relación de la doctrina con la religión.
Sin duda hay una inteligencia manifiesta en toda la creación. Dios cabe en la doctrina y aunque muchas veces nos planteamos en forma simplista: ¿Cómo si existe Dios hay un chico que se muere de hambre? o ¿Cómo el corrupto es premiado y el bueno es castigado?. Entiendo que hay que comprender esto desde el juego de la eternidad, Dios es infinito y tiene los atributos de la omnipresencia, omnisciencia y omnipotencia. Es decir, todo lo sabe, todo lo puede y está en todas partes al mismo tiempo, aunque nuestra mente finita no puede comprender eso.
Los avances científicos que vienen son tan grandes que no
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tenemos la capacidad de comprenderlos. Cuando una persona hace introspección, meditación u oración, tiene la certeza de la existencia de Dios, aunque unos lo llamen conciencia, otros lo denominen arte y algunos lo entiendan como una fuerza interior.
Existe, también, un emparentamiento entre la doctrina política con la espiritual a través de las vivencias. Cuando alguien ayuda a un hombre que lo necesita, lo hace porque lo considera un deber, no para que ese hombre después le retribuya algo. Pero cuidado, porque determinados centros de poder aceptan discrepar en una carretera, pero no aceptan transitar ciertas veredas y en ese precepto se involucra toda la actividad que una persona pueda realizar en su entorno por distinto que este sea.
Ahora bien, si entendemos que la doctrina Justicialista es humanista y cristiana, tiene que estar al servicio de la gente. Perón mezcló con gran habilidad sus altos pensamientos filosóficos, su nivel de estadista y su ambición de poder y logró implementar una doctrina que, como quedó establecido al principio de este trabajo, priorizó lo humano, en un momento histórico en el que pudo hacerlo con un amplio sentido social.
Pero la doctrina ideal tiene que estar en la mente y en el corazón de cada persona. Somos responsables de nuestras acciones y si consideramos que no merecemos algo y lo tenemos, hay que superarlo. De nada sirve quedarnos en el diagnóstico, ya que es una gran pérdida de tiempo pensar porqué la desventura fue una desventura en lugar de intentar salir del pozo.
Los argentinos tenemos muchos pruritos, muchos miedos. Tenemos que despojarnos de esos miedos y ser más ambiciosos, mas atrevidos. Perón, sin duda, fue un trasgresor y hoy a nosotros nos falta ese nivel de trasgresión necesario para revitalizar una doctrina que se adecua a las necesidades del pueblo, como quedó demostrado en los últimos 50 años de nuestra historia.
Claro que la tarea no es sencilla. Hay que formar nuevas generaciones, es imperioso fortalecer a los cuadros militantes, crear conciencia, forjar nuevos espíritus, darles vigor y la fuerza necesa
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ria a los jóvenes que continuarán el camino, que asumirán la lucha, que mantendrán en alto la bandera de la revolución que, como bien planteó Andrés Rivera, es "Un sueño eterno".
Para continuar es necesario que desarrollemos un concepto instalado, aparentemente inofensivo, como es la dualidad «joven-viejo». Daría la sensación muy marcada de que existe una suerte de enfrentamiento o divorcio tácito entre lo joven y lo viejo; y una serie de asociaciones; tal vez incorrectas, estas asociaciones serían: viejo, es decir antiguo, inadecuado, malo. La otra opción sería: joven, como sinónimo de moderno, actualizado, correcto, bueno, aceptable. Es esta la sensación porque, y lo vemos en muchos detalles, por ejemplo lo que significa el combate a «las canas». Si combatiéramos el narcotráfico como combatimos las canas y las arrugas. O si combatiéramos la hambruna del mundo con la misma tenacidad absurda y estúpida que una persona quiere teñirse las canas o no lucir una arruga, creemos que prácticamente no habría hambre en el mundo, ni habría droga.
El tema parece ser que hay un predominio exagerado de la estética, hay un predominio absurdo de la presentación, hay un culto al marco y no un respeto al cuadro. Es decir que es más importante, el marco que el cuadro, es más importante el culto a la presentación y al parecer ser joven, actualizado, moderno. Nosotros agregaríamos superfluo, estúpido y banal, pero esto parece ser que no se detecta socialmente con tanta facilidad y aquellos que viven naturalmente el paso del tiempo, que asumen con tranquilidad sus canas, sus arrugas, las huellas del tiempo en su fisonomía física, en su presentación estética, esas personas, parecieran, que tienden a ser un poco menos aceptadas.
Los grandes medios de comunicación masiva han hecho que los jóvenes estén sobre informados y que de pronto su estructura intelectual este enfocada a otras cosas, a otra velocidad. No es justificativo alguno para que se divorcie total y completamente de sus raíces, de aquellos mayores que para mal o para bien abrieron una brecha y prepararon al mundo para que esté en el lugar que
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está. Muchas veces se ha escuchado el absurdo que algunos jóvenes le dicen a los mayores: «ustedes nos han hecho este mundo». No sabemos quién hizo este mundo. Tampoco resulta muy difícil echarle la culpa a nuestros abuelos o a nuestros padres por las injusticias que hay en el mundo. En todo caso veremos cuál es el mundo del futuro, para poder hacer una evaluación más correcta. Creo que hay malos justificativos, inclusive hay una tendencia en los jóvenes de no aceptar la culpa. No vamos a hacer un culto de la culpa tortuosa, ni de la culpa obsesiva. Pero si un individuo va manejando un auto y está el semáforo en rojo, y cruza la avenida, atropella a otro auto o a un peatón, por supuesto que tiene culpa, porque sabía que no tenía que hacerlo y lo hizo. Es decir que la no aceptación de la culpa por algunos cultores de la antidoctrina, por algunos cultores de la indisciplina, de hacer lo que se te ocurra porque "sos libre", creo que nos puede llevar a un estado social mucho más salvaje del que ya tenemos, mucho más zombi, indiferente e injusto del que ya tenemos.
¿A qué apuntamos con todo esto?. Los jóvenes tienen que aceptar que la culpa existe de una manera natural, de una manera equilibrada y no tortuosa. En este contexto, en el contexto de que el hombre posee en sí mismo el libre albedrío, aparecen las opciones que tenemos constantemente para hacer las cosas bien, más o menos, o mal.
Un periodista se para frente a su computadora, y puede pensar una hora, media hora, cuarenta, o cuarenta y cinco minutos una nota. La relee y puede quedar un tanto insatisfecho por lo que hizo, por el producto logrado. Tiene dos alternativas: mejora esta nota o la deja así. Ahí está la tentación y el ejercicio del libre albedrío. Si la deja así sabiendo que la podría mejorar entra a correr la culpa. La culpa corre por la responsabilidad no ejercida, por el deber no cumplido. Es algo muy sutil y está presente en todos los momentos de nuestra vida.
Esto tiene mucho que ver con lo doctrinario. Creo que el divorcio joven-viejo le ha hecho mucho mal a nuestro país y a la
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humanidad, estoy convencido de que en todos los países no es exactamente igual, en algunos se ha profundizado más que en otros. En sociedades ancestrales no ocurre este divorcio. Los jóvenes, aun llevando atuendos modernos, siguen respetando el concepto y las costumbres de sus mayores. Si queremos una sociedad más armónica tenemos que evitar el divorcio entre jóvenes y viejos, que no hace otra cosa que romper la estructura familiar, romper la célula básica de la sociedad, como tanto se nos ha enseñado, y aplicado en mayor o menor medida, y desechada esta dicotomía poder abrevar, poder mamar nuestras costumbres, nuestras tradiciones en el seno de nuestra familia. Nuestros abuelos hicieron lo mejor que pudieron hacer con defectos y con virtudes, nuestros padres actuaron en el mismo sentido.
Nosotros, también haremos lo mejor que podamos, siempre de la mano del concepto de la evolución y de la aceptación de que toda realidad es perfectible, y que tenemos la obligación de mejorar nuestro estilo de vida. Pero no solamente en lo material, sino también en el concepto de solidaridad, de justicia y de igualdad. Si no tenemos un concepto de igualdad va a ser muy difícil que exista un concepto de justicia. El concepto de justicia se rompe cuando aparece el concepto de desigualdad, el concepto de diferencia, el pensamiento de separatividad, el sentimiento egoísta de la separatividad, "tal raza o tal persona es mejor que otra", es un prejuicio que da comienzo a la injusticia que tiene como base, obviamente, la desigualdad. Donde la igualdad está presente es mucho mas probable que la justicia esté reinando y cuando la desigualdad gobierna seguro reina la injusticia.
Retomando el tema de lo joven, moderno, diferente, dinámico, actualizado, esa serie de asociaciones que son por supuesto incorrectas, están enfrentadas como dijimos anteriormente, con lo viejo, antiguo, nostálgico, inadecuado, impresentable, malo. Sin lugar a duda tendríamos que hacer un análisis de lo que esto significa. En una conversación con un grupo de jóvenes, se puso como ejemplo el fútbol que por lo popular y masivo es fácil de entender
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por todos. Los jóvenes de la selección nacional subveinte ganaban partidos y campeonatos de trascendencia internacional. Obviamente jugaban los jóvenes pero el plantel técnico era el que diseñaba la táctica. En este caso Pekerman era un hombre de cincuenta y pico de años, peinando canas, los disciplinaba, les hacia el planteo táctico con todo su equipo técnico y ninguno de ellos era un mocoso. Este era el ejemplo de cómo lo viejo y lo joven lograban la optimización del esfuerzo. No puede ser de otra manera. En las escuelas militares, los que enseñan tácticas son aquellos veteranos de guerra que acumularon una serie de experiencia en situaciones difíciles, en lo tortuoso de un estado bélico y lo difícil de una situación de guerra. Acumularon experiencia y así la transmiten a nuestros jóvenes. Si nosotros seguimos en esta falsa disyuntiva joven o viejo será muy difícil que podamos establecer una sociedad más solidaria y más coherente. Continuando con el tema podemos apreciar cómo se sigue alimentando la diferencia entre joven y viejo. En muchas publicidades se ve una persona vestida acorde a las costumbres de años atrás y otras con una ropa moderna entre comillas.
Esta persona a través de la música y de la publicidad es la que tiene "la precisa", la que tiene "la posta", la que tiene "la nueva", es la que sabe y la que se va sonriente. Claro, desde otro punto de vista a nosotros nos parece un burro al trote detrás de la "ola". En las nuevas generaciones se va acentuando esta sensación, al punto tal, que con mucho dolor hemos visto chicos, que hacían una presión muy grande a los padres para que le compren la zapatilla "de marca" que tiene en uno de sus costados la bandera Británica y que por cierto es costosa. Pero sin duda esta marca merced a una intensa publicidad ha sido asociada con aptitudes positivas. El que es moderno y viste a la moda en la publicidad televisiva, en la publicidad de las revistas, en los afiches, es el ganador, es al que las chicas le dan más bolilla, es el que simplemente atrae por el ropaje que tiene, el corte de cabello. Entonces forman robots, forman estereotipos que profesan un culto exagerado de la estética, divor
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ciado del carril de la ética.
El carril de la ética es mucho más serio que el de la estética, porque influye desde la profundidad del pensamiento, desde el concepto de espíritu, y las pautas morales, las pautas de disciplinas, de convivencia que debemos tener con nuestros semejantes. Lo estético es justamente eso, estético, que incluso es relativo según la cultura de otros pueblos. Una persona de baja estatura, o de pronunciada calvicie, casi nunca es un héroe en las series o películas americanas, novelas argentinas o venezolanas, etc, mucho menos puede serlo un gordo, por supuesto, es una blasfemia. Es mejor ser un violador que vista malla a ser un obeso, un petiso o un calvo, que prácticamente es mala palabra. Ni que hablar si en el cutis llega a tener acné, esto es terrible. ¿Qué podemos pensar de esta gente que hace un culto de la estética?.
Lo vemos con los artistas, con el lifting, con los estiramientos y toda esa estupidez. Son horas y horas que se está consumiendo este tipo de pensamientos. De pronto se dedican, apenas algunos minutos, casi como una distracción a descubrir la corrupción. Pero la corrupción no se advierte en un presidente que juegue al golf, al tenis, que conduzca un auto o viaje en un avión acondicionado. Corrupción es también el culto a lo estético. Oficializado por los medios que por un micrófono critican lo banal, mientras se miran en el monitor viendo sus cabellos carentes de canas, una verdadera extravagancia en hombres y mujeres mayores.
Evidentemente no queremos que salga un producto cinematográfico o un producto televisivo que sea desagradable al gusto. No estamos hablando de generar algo que será desagradable, pero tampoco al extremo de que una persona que aparece "correctamente", para el concepto social correcto es decir "estéticamente presentable" sea por si mismo positivo o tenga una carta de presentación adecuada. El tema es, si esa persona sabe, si es honesta, si esa persona está capacitada. No tenemos que hacer muchos esfuerzos para apreciar este divorcio, porque esta separación entre lo viejo y lo nuevo, lo antiguo y lo moderno, nos ha acarreado un
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sin número de dificultades.
También fijémonos cómo aparenta ser muy positivo, conocer a "personas nuevas". Se larga esta frase con una frialdad, con una incoherencia a veces sorprendente, en conversaciones en películas que luego se traducen en usos y costumbres sociales. Allí radica el peligro porque después encontramos estos diálogos en parejas viajando en colectivo, en la cola del banco cuando estamos por pagar un servicio, o simplemente lo escuchamos en reuniones sociales "Quiero conocer gente nueva". ¿Por qué querer conocer gente nueva?, ¿No es más adecuado profundizar las relaciones que tenemos, seguir descubriendo la profundidad de espíritu de nuestros amigos y de nuestros conocidos?. Si eventualmente conocemos gente nueva, bienvenido sea. Pero ese conocer "gente nueva" no concluye en solamente algunas preguntas, "¿de qué cuadro sos?", "¿qué pensás de esto, o de aquello?", para concluir: "ya te conocí, no me interesas más, quiero conocer a otro". Esto es estúpido. Debemos profundizar, hacer un verdadero culto a la amistad, ahondar los valores y el conocimiento que tenemos de nuestros amigos, y de nuestro entorno, del que también somos parte. Debemos profundizar nuestras relaciones, profundizar nuestro compromiso en cuanto a la solidaridad, porque partimos de la premisa de que nosotros, cada uno de nosotros tiene un conocimiento infinito dentro de sí.
El ser humano es inagotable en su capacidad de evolucionar y de sorprender, nosotros mismos nos estamos redescubriendo. Constantemente estamos develando nuestro propio ser, por ende a nuestro amigo lo conocemos mucho, pero seguiremos conociéndolo un poco más todos los días.
Todas las pruebas a las que nos somete la vida son peldaños de una escala que nos acerca a la perfección y a una relación más profunda con el otro.
El culto a las caras nuevas, que no hace otra cosa que dar una falsa sensación de una nueva relación, tiene que ser tomada con pinzas, pues los valores han sido muy trastocados. Es por esto
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que no debe existir un divorcio entre antiguo, nuevo y todo lo demás. Inclusive se ha utilizado este enfrentamiento entre comillas, entre lo joven y lo viejo, peyorativamente como cuando por ejemplo en muchas oportunidades se han referido al tango diciendo: "el tango es una cosa de viejos", pareciera ser que está encasillado a determinadas generaciones. No obstante muchas veces no nos hemos equivocado cuando un joven hizo una mueca irónica al sorprendernos escuchando un tango porque no lo entendía. Nosotros con cierto conocimiento que dan los años le hemos dicho: "vení dentro de cinco o diez años y vas a ver lo que se siente, cuando escuches "Volver" o escuches "Caminito" o "Uno", se siente la vida que hoy no podes vislumbrar. Lo que pasa es que hay letras, canciones y música que es muy difícil evaluarlas porque el joven todavía no vivió. Pero bien, no nos detengamos demasiado en este tema.
Tenemos que avanzar, tenemos que hacer esfuerzos para que haya un respeto adecuado por nuestros antecesores. Después de todo es absurdo decir que la juventud es un mérito, porque sería un mérito que se cura con el tiempo y si ser joven es tan bueno, el joven está marchando a ser menos bueno, porque el transcurso del tiempo lo va a llevar inexorablemente a ser viejo. Todas estas reflexiones los jóvenes deberían tenerlas, y nosotros que ya peinamos canas y orgullosamente las llevamos adelante, como síntoma de que algo hemos vivido y no querernos parecer unos "jóvenes", no queremos parecer lo que no somos, esta es la cuestión.
Cuando una persona se disfraza de joven ¿qué me esta diciendo?, o ¿cuál es el objetivo por el cual se quiere mimetizar con los jóvenes?; fijémonos que esto es muy norteamericano. Generalmente hay un ataque a las canas, otro ataque a las arrugas y formamos así estereotipos sociales que son verdaderos cultores de lo superfluo.
Lo antiguo y lo moderno tiene que entrelazarse como un todo, los jóvenes son proyecciones del esfuerzo y del trabajo de los viejos y estos jóvenes a su vez van a ser ancianos, personas de
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edad, que van a crear un nuevo estado social. Esto es causa y efecto. El efecto de una causa se va a convertir en una causa que a su vez va a generar un efecto, este efecto luego volverá a convertirse en causa. Esta es la ley de causalidad y de alguna manera se aplica al trasvasamiento generacional del que tanto se hablaba en los años setenta.
Las doctrinas, y los pensamientos pueden adecuarse perfectamente a los tiempos y deben adaptarse a la realidad exterior, adaptarse y flexibilizarse. Hay una frase que los Orientales pronuncian con mucha seriedad, con un sentido muy profundo: "El bambú se dobla pero no se rompe". ¿Cuál es la idea?: nos flexibilizamos pero seguimos abrevando de la misma raíz, seguimos coherentes al mismo tallo. Las doctrinas contienen verdades sino, no serían doctrinas. Serían meras ideas u ocurrencias.
Si las doctrinas son verdades se van a adaptar a todo tiempo y circunstancia, porque el espíritu esencial de la doctrina no se altera. Lo que se puede alterar es la metodología en cuanto a la aplicación, lo demás tiene que permanecer esencialmente coherente al espíritu que la motivó. El espíritu que motivó al peronismo es la justicia social, es la igualdad entre todos, es el sentido de soberanía de nuestra nación. Esto no es negociable, no cambia aunque los tiempos cambien. Se adaptará a nuevas circunstancias. Se adaptará al cambio en la bolsa de valores, se adaptará a la globalización, se adaptará a los nuevos ritmos musicales, pero hay ciertas cosas que no solamente no cambiarán, si no que seguirán firmes e indelebles en el tiempo aunque deban perfeccionarse.
La palabra cambio no nos gusta. Preferimos la palabra evolución, porque estamos inmersos en un proceso, que nos va llevando de una circunstancia a otra de la mano de la evolución. El cambio da la idea de un estante de almacén: saco una botella de ginebra y pongo una botella de coñac o saco un papel higiénico y pongo una lata de arvejas. Esa es la idea de cambio, el cambio no es evolución. Si lo aplicamos a lo político o a lo social, apliquemos transformación, apliquemos la palabra revolución. Cambio es una pala
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bra banal que tiene que estar más bien referida cuando la usamos sin relevancia social o filosófica. Pero cuando hablamos de aspectos sociales, políticos o filosóficos tenemos que hablar de evolución, de develar, de revolución, palabras que tienen un contenido mucho mas profundo.
La moda nos ha llevado a un nuevo orden entre comillas, por ejemplo el decir: "hagamos el amor" ¡No! ¿Cómo hagamos el amor?. El amor es una palabra sublime, es una palabra que tiene que ver con el sentimiento mas intimo de la persona. El ejercicio de la relación sexual es otra cosa, que puede estar inmersa por supuesto de un sentimiento de amor por nuestra pareja, de la mayor de las devociones, del mayor de los cariños o no. Pero entramos en una serie de frases y de palabras que están totalmente tergiversadas, decimos: "hagamos el amor", cuando en realidad estamos refiriéndonos al acto sexual, el amor, es otra cosa, es sublime.
De la mano de las confusiones un ciego guía a otro ciego y se caen los dos al pozo. Esa es la sensación que tenemos de muchos mensajes publicitarios. No creo que sea casualidad, esta pelea entre nuevo y antiguo, entre joven y viejo, entre el hoy y el ayer. La pelea entre el hoy y el ayer es la negación de la historia, es el ataque a la ley de causa y efecto que está presente en todas las cosas. De alguna manera nuestros abuelos y nuestros padres están ejerciendo la ley de causalidad y nosotros con nuestros hijos también estamos ejerciendo esta ley. En la actualidad muchos jóvenes a veces utilizan palabras un tanto descalificadoras para los que peinan canas o para nuestros ancianos.
Tiene que ser prioritario para el Estado la política de atención de nuestros ancianos y de su proceso de jubilación. Es aberrante que una persona pase de la actividad a no ser socialmente nada de un día para el otro. Nadie debería jubilarse en las condiciones actuales. El problema de la jubilación no es solamente el monto que se percibe sino que esa persona que se jubila deja su actividad para no comenzar ninguna otra sin que la sociedad se ocupe de su nuevo estatus social. Bienestar y seguridad social, debería ser la
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respuesta de la sociedad a quienes aportaron económicamente toda una vida de trabajo útil y que hoy merecen que se les retribuya según el espíritu de la ley de jubilación.
La sociedad hoy necesita del conocimiento, de la sabiduría y del talento de nuestros ancianos.
Juntos, el Estado y la sociedad deberían coordinar sus esfuerzos para generar situaciones y realidades en beneficio de nuestros jubilados y a la vez puedan ser aprovechados en el caudal de utilidad y capacidad, que bien sabemos, todos tienen.
El tema de juventud, modernidad, joven o viejo, antiguo y malo es muy complejo. A veces es querer dar un portazo al pasado.
El no querer saber es atentar contra nuestras raíces, es a veces divorciarnos de lo que nuestros padres y nuestros abuelos han degustado, han vivido, han sentido. En síntesis no querer saber es peligroso, inadecuado, e incorrecto. El culto a lo superfluo nos puede llevar al abismo de la ignorancia. No hay peor abismo que el no saber hacia dónde vamos, no saber de dónde venimos, no saber que es lo que debemos hacer.
Hay un pequeño paraíso en la mente y en la conciencia de una persona cuando cree saber hacia dónde va, que es lo que debe hacer y cómo lo tiene que hacer, cuál es su objetivo, cuáles son sus misiones y que deseos acuna su mente para poder llevarlos a la práctica.
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